lunes, abril 18, 2011

La estructura, el signo y el juego en el discurso de las ciencias humanas, Jacques Derridá

A continuación leerán un resumen de este artículo de Derridá, recomiendo leer despacio, es algo complejo, pero muy importante conocerlo, en otras entradas lo comentaré más despacio y con ejemplos, pero va el texto tal cual:

La historia del concepto de estructura se podría llamar un acontecimiento. Tendría la forma exterior de una ruptura y de un redoblamiento.

El acontecimiento, la estructura o la estructuralidad de la estructura se ha encontrado siempre neutralizada, reducida: en darle un centro, en referirla a un punto de presencia, a un origen fijo. Este centro tenía como función organizar la estructura, hacer que el principio de organización de la estructura limitase lo que podríamos llamar el juego de la estructura.

El centro por definición es único, constituía dentro de una estructura justo aquello que, rigiendo la estructura, escapa a la estructuralidad. Del centro puede decirse, está dentro de la estructura y fuera de la estructura. Está en el centro de la totalidad y la totalidad tiene su centro en otro lugar. El concepto de estructura centrada es contradictoriamente coherente. La coherencia en la contradicción expresa la fuerza de un deseo. El concepto de estructura centrada es el concepto de un juego fundado.

La ausencia de significado trascendental extiende hasta el infinito el campo y el juego de la significación.

La crítica nietzscheneana de la metafísica, de los conceptos de ser y de verdad, que vienen a ser sustituidos por los conceptos de juego, de interpretación y de signo; la crítica freudiana, del ser como presencia, del concepto de signo como se hace estremecer la metafísica de la presencia. La significación, el signo; se ha comprendido y determinado siempre como signo-de , significante que remite a un significado, significante diferente de su significado. Hay dos maneras heterogéneas de borrar la diferencia entre el significante y el significado: la clásica, que consiste en reducir o en derivar el significante, es decir, en someter el signo al pensamiento y la otra que consiste e poner en cuestión el sistema en el que funcionaba la reducción anterior: y en primer lugar, la oposición de lo sensible y lo inteligible. Pues la paradoja está en que la reducción metafísica del signo tenía necesidad de la oposición que ella misma reducía.

La etnología: ha podido nacer como ciencia en el momento en que ha podido efectuarse un descentramiento: en el momento en que la cultura europea ha sido dislocada, expulsada de su lugar, es un momento político, económico, técnico, etc.

La etnología se produce en el elemento del discurso, utiliza los conceptos de la tradición. La cualidad y la fecundidad de un discurso se miden quizás por el rigor crítico con el que se piense esa relación con la historia de la metafísica y con los conceptos heredados. Es una relación crítica con el lenguaje de las ciencias humanas y de una responsabilidad crítica del discurso. Se trata de plantear expresa y sistemáticamente el problema del estatuto de un discurso que toma de una herencia los recursos necesarios para la desconstrucción de esa herencia misma. Problemas de economía y de estrategia.

El lenguaje lleva en sí mismo la necesidad de su propia crítica. Esta crítica puede llevarse a cabo de acuerdo con dos vías y dos estilos. En el momento en que se hacen sentir los límites de la oposición naturaleza/cultura, se puede querer someter a cuestión sistemática y rigurosamente la historia de estos conceptos.

La otra elección dentro del orden del descubrimiento empírico, en conservar, denunciando aquí y allá sus límites, todos esos viejos conceptos: como instrumentos que pueden servir todavía. Se explota su eficacia relativa y se los utiliza para destruir la antigua máquina a la que aquéllos pertenecen y de la que ellos mismos son piezas. Es así como se critica el lenguaje de las ciencias humanas. Lévi-Strauss piensa así poder separar el método de la verdad, los instrumentos del método y las significaciones objetivas enfocadas por medio de éste.

Lévi-Strauss se mantendrá siempre fiel a esa doble intención: conservar como instrumento aquello cuyo valor de verdad critica.

En El pensamiento salvaje, presenta Lévi-Strauss bajo el nombre de bricolage lo que se podría llamar el discurso de este método. El bricoleur es aquel que utiliza los medios de a bordo, los instrumentos que encuentra a su disposición alrededor suyo. Hay una crítica del lenguaje en la forma del bricolage, el bricolage; era el lenguaje crítico mismo, el de la crítica literaria.

Bricolage; necesidad de tomar prestados los propios conceptos del texto de una herencia más o menos coherente o arruinada, se debe decir que todo discurso es bricoleur.

Bricolage, Lévi-Strauss la describe como actividad mitopoética. La ausencia del centro es la ausencia de sujeto y la ausencia de autor.

El paso más allá de la filosofía consiste en continuar leyendo de una cierta manera a los filósofos. El empirismo era la forma matricial de todas las faltas que amenazan a un discurso que sigue pretendiéndose científico. El estructuralismo se ofrece como la crítica misma del empirismo. Los esquemas estructurales se proponen siempre como hipótesis que proceden de una cantidad finita de información y a las que se somete a la prueba de la experiencia.

A la totalización se la define como inútil, como imposible. La totalización puede juzgarse imposible en el sentido clásico: se evoca entonces el esfuerzo empírico de un sujeto o de un discurso finito que se sofoca en vano en pos de una riqueza infinita que no podrá dominar jamás. Hay demasiadas cosas, y más de lo que puede decirse. Pero se puede determinar de otra manera la no-totalización: no ya bajo el concepto de finitud como asignación a la empiricidad sino bajo el concepto de juego. Si la totalización ya no tiene sentido entonces es porque excluye la totalización: este campo es, un juego, es decir, de sustituciones infinitas en la clausura de un conjunto finito. Ese campo tan sólo permite tales sustituciones infinitas por que es finito, le falta un centro que detenga y funde el juego de las sustituciones, ese movimiento del juego, permitido por la falta, por la ausencia de centro o de origen, es el movimiento de la suplementariedad. No se puede determinar el centro y agotar la totalización puesto que el signo que reemplaza al centro, que lo suple, viene por añadidura, como suplemento. El movimiento de la significación añade algo, es lo que hace que haya siempre más, pero esa adición es flotante porque viene a ejercer una función vicaria, a suplir una falta por el lado del significado.

Valor simbólico cero, un signo que marca la necesidad de un contenido simbólico suplementario sobre aquél que soporta ya el significado, pero que puede ser un valor cualquiera con la condición de que siga formando parte de la reserva disponible y que no sea, como dicen los fonólogos, un término de grupo.

La sobreabundancia del significante, su carácter suplementario, depende de una finitud, de una falta que debe ser suplida.

Del ser como presencia, el concepto de episteme ha reclamado siempre el de historia, en la medida en que la historia es siempre la unidad de un devenir, como tradición de la verdad o desarrollo dela ciencia orientado hacia la apropiación de la verdad en la presencia y en la presencia a sí, hacia el saber en la consciencia de sí.

Tensión del juego con la historia, tensión también del juego con la presencia. El juego es el rompimiento de la presencia. La presencia de un elemento es siempre una referencia significante y sustitutiva inscrita en un sistema de diferencias y el movimiento de una cadena. El juego es siempre juego de ausencia y de presencia, pero si se lo quiere pensar radicalmente, hay que pensarlo antes de la alternativa de la presencia y de la ausencia; hay que pensar el ser como presencia o ausencia a partir de la posibilidad del juego y no a la inversa.

Se enfoca hacia la presencia, del origen ausente, esta temática estructuralista de la inmediatez rota es negativa del pensamiento del juego, del que la otra cara sería la afirmación nietzscheana, la afirmación gozosa del juego del mundo y de la inocencia del devenir, la afirmación de un mundo de signos sin falta. Esta afirmación determina entonces el no-centro de otra manera que como pérdida del centro. Y hay un juego seguro: el que se limita a la sustitución de piezas dadas y existentes, presentes.

Hay dos interpretaciones de la interpretación, de la estructura, del signo y del juego. Una pretende descifrar, descifrar una verdad o un origen que se sustraigan al juego y al orden del signo. La otra afirma el juego e intenta pasar más allá del hombre y del humanismo, dado que el nombre del hombre es el nombre de ese ser que ha soñado con la presencia plena, el fundamento tranquilizador, el origen y el final del juego.


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