viernes, agosto 26, 2011

Casino Royale

Nada humano me es ajeno

Aturdidos, indignados, tristes... no alcanzan los adjetivos para describir la impotencia y rabia que ocasiona este crimen tan absurdamente cobarde y artero.


En el 2007, cuando el primer ejecutado nos sacudió aquella mañana -cerca del rumbo por donde vivo- ni siquiera como mal pensamiento aparecía la realidad en la que ahora estamos inmersos. A los ejecutados, se les sumaron los bloqueos, a los bloqueos las balaceras en lugares de esparcimiento, a los ejecutados, bloqueos y balaceras, los robos, extorsiones, cobros de piso, y ahora... esto.


Los casinos en Monterrey están en su apogeo, siempre se encuentran llenos, en su mayoría de mujeres, de todas las edades, eso acrecienta la gravedad de este vil acto. En días anteriores habían asaltado un casino, en la prensa local se exhibía el debate entre los diferentes niveles de gobierno que "discutían" sobre la legalidad de estos sitios. Anoche mismo en el Telediario de Multimedios, el Arq. Benavides puso frente a frente al Alcalde de Monterrey y a la Presidenta del Tribunal de lo Contencioso del Estado, y sí, pudimos contemplar en todo su esplendor la impunidad, impericia, en un "tira-tira"... que le agrega más patetismo al asunto. La bolita pasaba de un lado a otro, lo único que sí quedó muy claro es que algo muy pero muy turbio hay detrás de los casinos.


Sí, hay que exigir a las autoridades que hagan lo propio, que apoyen a las víctimas, a sus familiares, pero también ya es tiempo que nos sentemos a reflexionar. A pensar, en el utópico caso, - y ya poniéndonos muy pero muy soñadores - que las autoridades hicieran lo que deben, nosotros como sociedad también tenemos que hacer lo que nos corresponda. No es posible seguir atendiendo los efectos y no las causas. ¿Por qué no convocamos a un día sin consumir drogas? ¿Por qué no convocamos a no asistir a los casinos hasta que se regularice su situación? Nos quejamos de los puesteros en el centro y seguimos comprando ahí. El puritanismo barato de decir, "no, si yo nunca voy ahí - bueno a veces y porque si deja -", aunada a la exigencia a las autoridades de que hagan un trabajo efectivo, nosotros también tenemos que poner nuestro granito de arena. 

Y no, no me voy a vestir de blanco, me voy a vestir de negro, en señal de respeto, de apoyo y solidaridad a las personas fallecidas, hacia sus familias y hacia nosotros mismos. Despierta Monterrey del letargo y el miedo en el que estás sumido.

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