miércoles, noviembre 15, 2006

El subalterno

Cuando nos sentimos menos que otro, cuando, en determinados momentos, descubrimos que siempre va a existir alguien que ostenta cierta autoridad por encima de nosotros, en ese instante es en el que ubico al subalterno. El subalterno es alguien que no tiene voz, o si la tiene no es escuchada, aquí entran las minorías, lo que está del otro lado del poder dominante... los grupos de homosexuales, las mujeres, los partidos de oposición política, algunas religiones, las personas que ahora llaman con capacidades diferentes, que en otros tiempos fueron discapacitados y a los que sería mejor no distinguir, tratarlos como iguales a los "normales".
Incluso dentro de los diferentes grupos de subalternos tenemos subclases, puedes ser mujer y ser homosexual, tambien puedes tener alguna desventaja corporal, además de pertenecer a un partido político de izquierda y no conforme con todo eso también perteneces a una religión con pocos adeptos. Esas serían algunas categorías del ser subalterno.
Aunque para algunos sea muy complicado hurgar en las telarañas que se han ido formando en las dispersas ideologías dominantes, los subalternos existimos, aunque estemos marginados en mundos diferentes, aunque se nos señale, critique, discrimine e impidan nuestra existencia, ahí estamos, intentando colarnos en los pequeños resquicios que a su paso va creando la globalización.
Y sin embargo, como dicen en la cultura oriental y dicen bien, dentro de todo lo bueno siempre hay algo malo, como dentro de todo lo malo siempre hay algo bueno, la justificación para las ideologías dominantes es permitir estos espacios, estos huecos, donde dejan que se expresen los que no estamos de acuerdo, aunque con ciertos límites. Límites que en ocasiones son autoimpuestos, porque de antemano conocemos hasta donde nos va a ser permitido llegar. A veces transgredimos esos límites, es cuando nos voltean a ver, entonces, o nos dejan avanzar un poco más o nos devuelven a nuestro espacio original.
Y en todos esos devenires se pasa la vida del subalterno, esperando el momento, pretexto perfecto para alzar la voz, aunque sea sólo por una vez, aunque sepa que tal vez sea silenciado para siempre y su voz se vaya diluyendo con el paso del tiempo...

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