martes, marzo 01, 2011

Hay dolores...

Yo tengo que contarles que no creía en eso de la migraña... pensaba que era una chiflazón propia de la gente sin quehacer... hasta que me dicen que padezco de eso y que mis dolores de cabeza son producto de la famosísima migraña. Haiga cosa. Ahora me siento como en aquella película de Irene y yo y mi otro yo o algo de eso, o como en El resplandor de una mente sin recuerdos, en las que participara Jim Carrey, sólo que no tiene nada de gracia.

Al momento no tengo información suficiente sobre el alcance de esta enfermedad en México, aunque sí he escuchado a varias personas decir que la padecen o que conocen a quienes padecen migraña. Estas enfermedades tan propias de la sociedad en la que nos desenvolvemos, tan llena de presiones, tan llena de frustraciones, que sólo nos proporciona el consuelo de la adicción a los medicamentos para medio sobrevivir a sus penurias, sólo consiguen que evadamos, momentáneamente nuestra realidad. No atacamos las causas, sólo los efectos.

Nos enseñan a consumir, productos, medicamentos, en lugar de ayudarnos a encontrar la verdadera razón de las cosas que nos atormentan para poder encontrar una solución definitiva. No, eso no puede ser, porque eso no es negocio, con eso no te enganchas, no tienes necesidad de seguir consumiendo, de seguir comprando, aunque sea redundante, de seguir necesitando. En todos los niveles ocurre lo mismo, nos van haciendo adictos a lo que conviene: ¿que la educación pública no tiene la calidad suficiente? A inscribir a los retoñitos en escuelas de privadas, ¿que el IMSS, ISSSTE o sus similares no ofrece servicio de calidad? A inscribirte en un servicio médico privado, ¿que la ropa que adquirimos en México no es de calidad? A comprarla en el otro lado, ¿que la seguridad que ofrece el estado no es suficiente? A contratar seguridad privada, que el barrio en el que vives es propenso a los grafiteros? hay que vivir en un fraccionamiento privado, encerrado entre murallas con sus jardines y zonas de recreo, por las que tienes que pagar aparte, claro.

Y sí, es mejor lo privado que lo público, y sí, el sentir que pertenecemos a una élite (aunque sea región cuatro) nos otorga ese grado de suficiencia que necesitamos, como diría Bourdieu nos van señalando a cada paso, lo que necesitamos, nos van creando las necesidades de lo que debemos consumir, con el único objetivo de seguir haciendo ricos, a los que comercian con nuestros sentimientos.


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