jueves, marzo 17, 2011

Los placeres prohibidos de Luis Cernuda

Vivimos con fantasmas y nosotros
mismos somos fantasmas
Octavio Paz

La voz poética de Luis Cernuda Bidón (Sevilla-Cd. de México, 1902-1963) en “Los placeres prohibidos” muestra una serie de fuertes imágenes en las que el amor es un sentimiento furioso y desmesurado:
Cómo el amor es lucha
Donde se muerden dos cuerpos iguales.
Quisiera saber por qué esta muerte

También en el amor encuentra el complemento perfecto para su vida:
Tú justificas mi existencia:
Si no te conozco, no he vivido;
Si muerto sin conocerte, no muero, porque no he vivido.
Si el hombre pudiera decir lo que ama

Aunque la perspectiva sea siempre trágica:
Pero así no me basta:
Más allá de la vida,
Quiero decírtelo con la muerte;
Más allá del amor,
Quiero decírtelo con el olvido.
                              Te quiero

Octavio Paz en su ensayo “La palabra edificante” en el cual trata sobre el libro de La realidad y el deseo de Cernuda menciona que:
La obra de Cernuda es una exploración de sí mismo; una orgullosa afirmación, al fin de cuentas no desprovista de humildad de su irreductible diferencia. Él mismo lo dijo: “Yo sólo he tratado, como todo hombre, de hallar mi verdad, la mía, que no será mejor ni peor que la de otros sino sólo diferente”.

El yo lírico de Cernuda se sienta a contemplar al hombre en el que habita: cómo vive sus emociones, cómo reacciona ante sus sentimientos, cómo experimenta el sufrir amando y amar sufriendo; en base a sus descubrimientos dice:
Veía mi cuerpo distante, tan extraño
Como yo mismo, allá en extraña hora
                                       Veía sentado

En otro poema explica:
He venido para ver la muerte
Y su graciosa red de cazar mariposas,
                               He venido para ver

El amor y la muerte en estos poemas de Cernuda van de la mano, tal como Paz lo señala en La llama doble:
El amor no vence a la muerte pero la integra en la vida. La muerte de la persona querida confirma nuestra condena: somos tiempo, nada dura y vivir es un continuo separarse; al mismo tiempo, en la muerte cesan el tiempo y la separación: regresamos a la indistinción del principio, a ese estado que entrevemos en la cópula carnal.

La voz poética de Cernuda nace desde lo más profundo e intenso de la sensibilidad humana, el palpitar de un órgano tempestuoso es retratado en cada poema. Sus imágenes nos impactan por la cruda sencillez con que logra congelar esos instantes tan íntimos y fugaces en los que el ser humano sufre por la imposibilidad de realizar ese amor que siente tan verdadero.

Los poemas de “Los placeres prohibidos” son un cuerpo formado por músculos, manos, pies, piernas, entrañas y por todo aquello que unifica y da razón de existencia a los sentimientos humanos, vistos desde adentro, en el centro mismo de su nacimiento.

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